28 Aug ¿Cómo proteger el interés superior de los hijos en una separación o divorcio?
A raíz de un procedimiento de divorcio o de separación los hijos en común sufren grandes cambios, y hay varios factores que pueden afectar a su día a día, los cuales no se pueden perder de vista en ningún momento. Siempre se tiene que intentar que la vida de los menores cambie lo mínimo posible ya que, independientemente del daño que se hayan podido hacer la pareja o los cónyuges, hay unos hijos que no han escogido la opción del divorcio o de la separación, por lo que es importante que éstos se vean lo menos afectados posible, pensando principalmente en ellos y en este fin. Es por ello que siempre hablamos del interés superior de los hijos en estos casos, en torno al concepto legal de interés superior del menor.
Los factores que pueden implicar al cambio de actitud o mal estar de los menores pueden dividirse principalmente en dos:
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Factores que modifican su día a día
– Puede verse alterado su desarrollo debido al cambio de residencia, colegio, amigos, etc. El divorcio, muy a menudo, comporta estos cambios, motivo por el cual no siempre le resulta sencillo para el menor adaptarse a su nueva realidad, derivada de una posible alteración en su entorno social. Es por ello que, en el momento en que unos padres se plantean el divorcio/separación, deben tener en cuenta este factor e intentar que la vida del niño se vea lo menos modificada posible.
– También puede disminuir la relación del menor con el progenitor con el que pasa menos tiempo. El niño está acostumbrado a pasar la mayoría de su tiempo con sus padres, con ambos, y en el momento en que se produce un divorcio o separación, el niño probablemente dejará de pasar tiempo con sus padres en el mismo momento, debiendo adaptarse al régimen de custodia o de visitas que sus progenitores hayan establecido. Esto puede provocar que el menor pierda relación con alguno de los dos, motivo por el cual es muy importante que los padres tengan en cuenta este punto, y contemplar siempre que sea posible una custodia compartida para intentar que el niño pueda pasar el mismo tiempo con su padre y con su madre. Asimismo, es imprescindible que ambos progenitores hablen correctamente el uno del otro delante del menor y que no se infravaloren o critiquen, para evitar que éste cree una idea en su mente que no se corresponde con la realidad por el mero hecho del enfado que sostienen sus padres entre ellos.
– Por otro lado, el nivel adquisitivo de alguna de las partes o de ambas puede disminuir, lo que también puede afectar al menor. Es bueno que los padres intenten –siempre dentro de sus posibilidades- que el nivel de vida que ha tenido el menor durante el tiempo en que han formado un núcleo familiar se vea poco afectado para evitar que sienta en mayor medida el cambio que inevitablemente sufrirá.
– Cuando uno de los progenitores incorpora a su vida a una tercera persona, ello sin duda puede acarrear consecuencias para el menor. Lógicamente, es natural que cada una de las partes de la pareja rehaga su vida, pero debe existir siempre el máximo cuidado en este aspecto. En este sentido, resulta imprescindible respetar los tiempos y distancias, por lo menos al principio, para que el menor no sienta que se está suplantando una figura paterna o materna para incorporar a otra ficticia. El menor siempre tendrá un padre y una madre, que serán los que deberán tomar las decisiones, de común acuerdo, que conciernen al menor, independientemente de las relaciones con terceras personas que puedan tener cada uno, y ese es el mensaje que se debe transmitir al hijo en común.
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Factores psicológicos:
Además de los factores expresados anteriormente, también hay unos de índole psicológico que pueden afectar al menor y que a veces pueden ser difícilmente palmarios, motivo por el que se convierte en un trabajo diario de los progenitores estar en constante contacto para informarse mutuamente del día a día del hijo en común, de su estado de ánimo, su rendimiento, etc. Para evitar problemas, lo mejor es tener evitar ciertas prácticas que exponemos a continuación:
– Las constantes discusiones entre los padres son un elemento a evitar, aunque pueda resultar difícil. Es evidente que la pareja ha tomado la decisión de separarse o divorciarse por un motivo, y muchas veces ello trae de la mano discusiones entre ellos. Es imprescindible que estas discusiones nunca sean presenciadas por los hijos ni transportadas a su entorno, evitando que tengan que enfrentarse a comentarios o críticas negativas hacia el otro progenitor. De lo contrario, alimentaremos la posibilidad de que el menor cree una imagen negativa de uno o ambos, lo que puede comportar problemas futuros en sus relaciones parentales. Independientemente de lo sufrido entre las partes, no puede perderse de vista en ningún momento que, aun así, ambos son y serán progenitores del hijo en común y que, por lo tanto, éste no debe sufrir por algo padecido por sus padres. Una de las partes puede no ser una buena pareja o un buen cónyuge pero ser un buen padre o madre.
– Es relativamente frecuente que uno de los progenitores no haya aceptado el divorcio o separación y se encuentre en actitud de abatimiento, depresión u obsesión. Inconscientemente, el menor adoptará las actitudes que vaya aprendiendo de sus progenitores, por lo que, si cuando se encuentra con el padre, por ejemplo, éste se muestra desmotivado y sin ganas, el menor absorberá este tipo de actitud. Es posible también que el apego se resienta, al realizar menos actividades en común. Con eso no queremos alimentar una lucha o una batalla entre los progenitores de cara a escoger el mejor plan para el hijo en común –porque también ello puede suponer consecuencias negativas para el menor-, sino que ambos progenitores deben adoptar una actitud positiva y aprovechar el tiempo con su hijo.
Por todo lo expuesto, una de las conclusiones que podemos extraer es que resulta muy necesario que los padres estén atentos a las actitudes y comportamientos de sus hijos cuando éstos se encuentren bajo su guarda. A veces pueden darse situaciones de depresión, miedos, ansiedad, problemas o dificultades sociales, disminución del rendimiento académico etc. en los menores, y es por ello que, además, es imprescindible el continuo contacto entre los padres para buscar soluciones si son necesarias.
Si algo tienen en común todos los padres y madres es que quieren lo mejor para sus hijos. Quizás, a veces, sea incluso lo único que tienen en común cuando se enfrentan a una ruptura dura, pero sin duda se trata de una razón más que suficiente e importante para ambos como para luchar por lograr que el hijo en común sea feliz, sin que un divorcio o separación implique la pérdida de alguno de sus progenitores.
En Advocats Divorcis velamos siempre por los hijos en común, negociando soluciones pensadas para que el paso por un divorcio o separación afecte lo menos posible a los menores y teniendo en cuenta todos los factores y consecuencias que pueden darse en su vida, atendiendo al caso concreto y a la situación específica de cada familia. Ponte en contacto con nosotros si necesitas asesoramiento.
Por Ariadna Boada, profesional legal en Advocat Divorcis.