09 Feb Compliance y sostenibilidad: las empresas verdes son tendencia en la UE
No cabe duda de que una de las tendencias hacia las que se mueve nuestra economía es la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente. O lo que es lo mismo, el giro hacia las empresas verdes como norma general. Lo notamos en nuestra forma de consumo, cada vez más responsable: elegimos en mayor medida productos producidos localmente, de larga vida, reciclados, fabricados fuera de países tradicionalmente relacionados con la explotación laboral… Además, nos importa la igualdad de trato, las condiciones laborales dignas, la ausencia de contaminación, la economía circular y un largo etcétera de factores que ya se encuentran en nuestra agenda de prioridades. Lo mismo se aplica a nivel europeo y, desde hace un tiempo, se habla del llamado “Plan de Acción de Finanzas Sostenibles de la Unión Europea de 2018“, un texto que sienta las bases del futuro modelo económico en la Unión Europea, basado en la sostenibilidad de cualquier actividad económica ejercida dentro de la UE.
Por eso en este post queremos hablar sobre esta nueva tendencia que sin duda afectará al cumplimiento normativo o compliance: las grandes empresas ya abrazan, cada vez en mayor medida, el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) diseñados por las Naciones Unidas, moviéndose hacia el modelo de las empresas verdes.
Cumplir a nivel medioambiental y crear negocios sostenibles también ayuda a impulsar la marca empresarial y a crear un hueco en el mercado, aprovechando la ola de esta tendencia que ha llegado para quedarse.
Compliance y sostenibilidad: las empresas verdes son tendencia
El Plan de Acción de Finanzas Sostenibles de la Unión Europea de 2018 trata de conectar las finanzas con las necesidades específicas de la economía europea en beneficio del planeta y de nuestra sociedad, impulsando la creación de empresas verdes y definiendo con claridad cuáles lo son y bajo qué criterios. También es una de las principales medidas para la implementación del histórico Acuerdo de París y la agenda de la UE para el desarrollo sostenible.
En este sentido, la UE resalta que “la evolución hacia una economía más ecológica y más sostenible es beneficiosa para la creación de empleo, para las personas y para el planeta”. Se trata, en definitiva, de que el dinero se utilice “de manera más responsable y en apoyo de la sostenibilidad”.
Estas son las líneas maestras del plan del la UE para una economía sostenible:
- Establecer un lenguaje común para las finanzas sostenibles, es decir, un sistema de clasificación unificado —o taxonomía— de la UE, que defina lo que es sostenible y señale los ámbitos en los que la inversión sostenible puede tener mayor repercusión.
- Crear etiquetas de la UE para los productos financieros ‘verdes’ sobre la base de este sistema de clasificación de la UE: los inversores podrán así identificar fácilmente las inversiones que cumplen los criterios ecológicos o de bajas emisiones de carbono.
- Clarificar la obligación de los gestores de activos y los inversores institucionales de tener en cuenta la sostenibilidad en el proceso de inversión y reforzar los requisitos en materia de divulgación de información.
- Obligar a las empresas de seguros y de inversión a que asesoren a sus clientes sobre la base de las preferencias de estos en materia de sostenibilidad.
- Integrar la sostenibilidad en los requisitos prudenciales: los bancos y las compañías de seguros son una importante fuente de financiación externa para la economía europea. La Comisión examinará la viabilidad de recalibrar los requisitos de capital aplicables a los bancos (el denominado ‘factor de apoyo verde’) para las inversiones sostenibles, cuando así se justifique desde el punto de vista del riesgo, velando al mismo tiempo por que se proteja la estabilidad financiera.
- Aumentar la transparencia de los informes corporativos: proponemos revisar las directrices relativas a la información no financiera para adecuarlas en mayor medida a las recomendaciones del Grupo de Trabajo del Consejo de Estabilidad Financiera sobre Divulgación de Información Financiera relacionada con el Clima.
Taxonomía: ¿cómo saber si una actividad económica es sostenible?
Ahondando en el primero de los puntos, relativo a la taxonomía de lo sostenible en la UE, con ella es posible clasificar una actividad económica como sostenible o no, implicando a todo tipo de empresas, sean o no financieras. En cuanto a quién se encarga de comprobar el cumplimiento de estas metas, la Comisión Europea ha definido un conjunto de expertos técnicos en sostenibilidad financiera conocidos como TEG (Technical Expert Group on Sustainable Finance). La Unión Europea publicó en 2020 el Reglamento de Taxonomía 2020/852 respondiendo a esta necesidad.
Pero, ¿cómo debe ser una actividad económica para considerarse sostenible y qué ventajas implica?
Si atendemos al artículo 3 del Reglamento, veremos que, a fin de determinar el grado de sostenibilidad medioambiental de una inversión, una actividad económica tendrá la consideración de medioambientalmente sostenible cuando, entre otros factores, contribuya sustancialmente a uno o varios de los objetivos medioambientales establecidos en la norma (en concreto, en su artículo 9, de conformidad con los artículos 10 a 16). Estos objetivos son:
- La mitigación del cambio climático
- La adaptación al cambio climático
- El uso sostenible y protección de los recursos hídricos y marinos
- La transición hacia una economía circular, prevención y control de la contaminación
- La protección y recuperación de la biodiversidad y los ecosistemas
Además, la actividad no debe causar ningún perjuicio significativo a ninguno de los objetivos medioambientales anteriores (no basta solo con cumplir con uno de ellos si se perjudica de algún modo a alguno de los restantes), y debe llevarse a cabo cumpliendo unas garantías mínimas y ajustándose a los criterios técnicos de selección definidos por la UE. Todos estos aspectos serán sometidos a auditoría. Con ello se trata de impedir el llamado “blanqueo ecológico” o greenwashing, por el que determinadas empresas se declaran verdes cuando en la práctica no lo son.
La aplicación de esta norma está paulatina. Por ejemplo, desde el pasado 1 de enero de 2022 se encuentran en vigor los objetivos de mitigación del cambio climático y adaptación al cambio climático, y a partir del 1 de enero de 2023 se aplicarán el resto: uso sostenible y protección de los recursos hídricos y marinos, transición hacia una economía circular, prevención y control de la contaminación, y protección y recuperación de la biodiversidad y los ecosistemas.
Para saber si una determinadas actividad es sostenible o no en los términos definidos por la UE, puedes hacer uso de la herramienta que ha puesto en marcha la Comisión Europea (en inglés) para conocer qué actividades son elegibles para los objetivos de mitigación y adaptación al cambio climático. Esta ‘brújula’ de la taxonomía permite a los usuarios verificar qué actividades están incluidas en la taxonomía de la UE (actividades elegibles para la taxonomía), a qué objetivos contribuyen sustancialmente y qué criterios deben cumplir. Es importante tener en cuenta que se deben cumplir salvaguardas mínimas (estándares sociales) para que una actividad económica se considere alineada con la taxonomía.
Con esta política se pretende trasladar la inversión económica hacia este tipo de actividades, impulsando así un cambio homogéneo que lleve a los países de la UE hacia un modelo económico sostenible. Por ello, apostar por estos modelos de negocio se convierte en una garantía de progreso para los inversores y empresarios españoles.
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